"En los umbrales desiertos, el viento llorando está,
cosas que con él se fueron para no volver jamás.
Pero el corazón que espera, sin cansarse de esperar
oye pasos que se acercan, en los pasos que se van."
Francisco Luis Bernárdez
cosas que con él se fueron para no volver jamás.
Pero el corazón que espera, sin cansarse de esperar
oye pasos que se acercan, en los pasos que se van."
Francisco Luis Bernárdez
Que estas palabras del poeta
argentino Francisco Luis Bernárdez aludiendo al umbral de la puerta, sean el
incentivo que nos invite a pasar entre ellas. El proyecto escultórico Puertas de la Misericordia, del que cabe reseñar que por lo general no es usual hoy día la realización de obras de esta naturaleza, pero no obstante en este caso ha surgido de manera espontánea a través del encargo.
Es por ello que nuestro objetivo
inicial se ha fundamentado con la intencionalidad de alcanzar un resultado satisfactorio.
Del mismo modo y teniendo en cuenta que ese resultado es el fruto del esfuerzo
de muchas personas que se han implicado con ahínco para hacer realidad un deseo,
con el fin de ser compartido y que todos puedan disfrutarlo.
Como todo momento importante en la
vida el azar juega un importante papel, en muchos casos el capricho del destino
favorece a que las personas se conozcan y entre ellas se va abriendo paso la
amistad que los une. Amistad que tengo la suerte de compartir con la persona
que dio comienzo a labrar la senda en la que paso a paso se ha ido abriendo paso y forjando este proyecto, me
refiero al Padre Juan Ramón Molina. Su sensibilidad y amor hacia las artes y la cultura, han actuado como agente catalizador para que
finalmente se vea materializado el anhelo de culminar unas puertas con relieves
escultóricos realizadas en bronce y que darán acceso al Templo de la sede
central del pequeño Cottolengo argentino Don Orione.
1. Concepción de la obra y análisis de estilo
No resulta una tarea fácil plasmar
de manera objetiva un planteamiento que vive en el terreno de la imaginación.
La idea preconcebida que teníamos de las Puertas de la Misericordia y de la que
tantas veces tuvimos la oportunidad de hablar, son el borrador donde poco a
poco se fueron determinando las líneas compositivas que irían
configurando el resultado final, una labor donde la idea abstracta se va
concretando a través de las palabras en formas y volúmenes reales.
Consideramos un hecho importante
al tener presente que el título del proyecto está estrechamente ligado al jubileo de la Misericordia, o como
popularmente se ha llamado año de la
Misericordia, anunciado por su Santidad el Papa Francisco y que dio
comienzo el 8 de diciembre de 2015.
El significado de Misericordia ha
sido el concepto donde se ha ido vertebrando la composición del relieve
escultórico. Adaptado a un formato vertical y rematado en la parte superior por
un arco de medio punto. Sobre esta superficie se articula la composición
configurando la escena con tres figuras esenciales sobre las que trataremos más adelante.
El concepto que manifiesta la
escena guarda cierto paralelismo con la imagen del Jesuita Marko Ivan Rupnik en
el logotipo realizado con motivo del año de la Misericordia. Ambos comparten un
mismo concepto, de los que podemos extraer una relación directa entre lo humano
y lo divino, éste es un punto clave para entender el significado del relieve inscrito en las Puertas de la Misericordia.
Observamos dos
escenas que se complementan de forma directa permitiéndonos hacer una lectura
completa cuando se contempla en su totalidad. En el batiente derecho la imagen
de Cristo resucitado es el protagonista de este espacio. Está
representado a través de una figura esbelta e ingrávida lo que le aporta una
gran espiritualidad. Cristo se ofrece con humildad apoyando su mano izquierda
delicadamente sobre el pecho. Su mano derecha porta una cruz con un banderín
como símbolo de la victoria sobre la muerte, iconografía que ya viene empleándose
desde la Edad Media y aquí adopta una nueva versión que respeta su significado
y lo hace partícipe de nuestro tiempo. Su dulce rostro de rasgos marcados,
barba y rizada melena sigue el prototipo tradicional que se ha ido perpetuando
en las representaciones artísticas a lo largo de la historia. Aparece en
perfecta comunicación con el espectador y atendiendo a su disposición en la
escena general, observamos como su mirada baja conecta directamente con la
figura de Don Orione arrodillado a sus pies.
El cuerpo de Cristo resucitado se
envuelve en un sudario rico en pliegues
que permiten hacer una lectura completa la anatomía que cubre, no obstante deja
al descubierto el torso y brazos, donde podemos observar los signos de la
pasión, los pies aparecen discretamente entre cruzados sobre un lecho de
onduladas masas que nos evocan a un horizonte de nubes.
Formalmente y a modo de análisis
artístico, la imagen responde a un modelado naturalista y dada su composición en
el diseño extraemos ciertas reminiscencias renacentistas, ya sea por lo
equilibrado o por el manierismo gestual que presenta la postura. La idealización en la
interpretación anatómica hace más evidente su naturaleza divina, el aspecto
representativo del concepto sagrado hace que sus formas se armonicen de tal
punto, que la idea de lo natural sea simplemente un recurso artístico donde
apoyarnos para su contemplación.
En la otra hoja de las puertas la
escena representa a la Virgen María de rostro sereno y bello, un rostro que
como bien tuvo en apuntar el Padre Juan Ramón Molina, guarda cierto parecido
con los rostros que tanta devoción provocan en las advocaciones marianas de la
ciudad de Sevilla. No obstante, la imagen de María tiene su propia personalidad
destacando una gentil expresión de alegría en la comisura de sus labios.
En esta escena María aparece sentada
con la intención de interceder por San Luis Orione ante la imagen de Cristo
Resucitado. Con misericordia y amor favorece a Don Orione como hijo, apoyando con
exquisita delicadeza su mano derecha sobre el hombro de éste. Al tiempo que de
manera gestual su mano izquierda nos indica hacia la imagen del Salvador, estableciendo
así en la composición una lectura que invita a un dialogo mudo entre las
imágenes representadas.
Entendemos que la imagen de la
Virgen María en la composición juega un papel perentorio, dado que actúa como
nexo de unión entre la representación de lo humano frente a lo sagrado, tal y
como apuntábamos anteriormente en el análisis artístico del conjunto.
La posición que ocupa la imagen
mariana en el espacio se ajusta de modo que en la parte superior se genere un
área vacía. Un vacío que resta peso compositivo y aporta aire a la superficie
escultórica, con el objetivo de serenar la escena y transmitir una sensación de
sosiego al contemplarla.
Tras la descripción de las
figuras de Cristo y de María, la aportación que alude al espacio humano queda
relegada al titular del templo, San Luis Orione. Como no podía ser de otra
forma y dada su devoción hacia María, aparece bajo su protección e intercesión.
Ocupando en la escena un lugar
privilegiado entre las imágenes de María y Jesús, pues estando en la parte más
baja de la puerta, la disposición de éste, hace que aparezca en la primera
línea y más próximo al espectador.
Adopta una posición de entrega
total y gran humildad, arrodillado en actitud de orar ante la imagen de Cristo
resucitado, con las manos entrecruzadas a la altura del pecho y con los ojos
cerrados. Se atisba una sutil sonrisa en sus labios provocada por el gozo
infinito de estar ante la divina presencia de Jesús.
No resultó fácil concretar la
posición y el lugar que ocuparía finalmente la imagen de San Luis Orione, es
por ello que una frase suya ayudó a determinar definitivamente esta incógnita. “Las obras de Dios se llevan a cabo con las
manos juntas y de rodillas; también corriendo, pero espiritualmente de rodillas
ante Él”
Con la escena descrita se cierra
la parte superior de la composición escultórica de las Puertas de la
Misericordia, en la parte inferior y ocupando el último tercio a modo de
conclusión del análisis del conjunto, se inscribirá en relieve con letra romana
el lema de la Congregación.
Inicialmente y para este último
espacio se barajaron varias ideas, principalmente hacían alusión a la gran
familia unida en Cristo, no obstante, es el Padre Juan Ramón Molina quién
propone concretar el paño inferior de la puerta con el lema de la Congregación
de Don Orione. “INSTAURARE OMNIA IN CHRISTO”, así queda resuelto con una frase
en relieve y enmarcado por un sencillo marco la composición final de las
Puertas de la Misericordia.
2. Gestión del proyecto
Se trata de un proyecto de naturaleza artística con el
objetivo de acometer la elaboración del modelado y posterior proceso de moldeo
con el fin de ser fundido en bronce, el trabajo inicial se acometerá en la
ciudad de Sevilla dando como resultado los moldes que serán el referente para su posterior fundición en bronce, no obstante, este proceso ser realizó en el taller de fundición artística Jorge Bianchi en Buenos Aires.
Como autor artístico del proyecto y mi labir como
docente en la Universidad de Sevilla, tengo la obligación de vincular mis
proyectos con la institución de la que formo parte. Para ello la Universidad de Sevilla como centro público
de Investigación y de carácter multisectorial y pluridisciplinario, en el que
se desarrollan actividades de investigación de naturaleza científica y
tecnológica. La Universidad de Sevilla tiene encomendada las competencias en
materia de colaboración con entidades públicas o privadas y con el personal
docente e investigador de la misma.
Para ello formalizamos la gestión a través de la Fundación
de Investigación de la Universidad de Sevilla (FIUS) entre el Padre Juan Ramón
Molina y la Universidad de Sevilla mediante un contrato-proyecto.
En dicho documento se establece el objetivo del mismo con
el título de: “Puertas de la Misericordia” para el templo de la sede central del pequeño cottolengo argentino Don Orione, en la ciduad autónoma de Buenos Aires.
Entre los participantes del proyecto se hace constar que el Dr. D. Guillermo Martínez Salazar es el director y responsable del mismo. Al tiempo que cuenta con un equipo de trabajo compuesto por los profesores del Departamento de Escultura e Historia de las Artes Plásticas de la Facultad de Bellas Artes, Dr. D. Alberto Germán Franco Romero, y M. A. Juan Manuel Martínez Perea.
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