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22 ago 2016

PUERTAS DE LA MISERICORDIA






"En los umbrales desiertos, el viento llorando está,
cosas que con él se fueron para no volver jamás.
Pero el corazón que espera, sin cansarse de esperar
oye pasos que se acercan, en los pasos que se van."
Francisco Luis Bernárdez




Que estas palabras del poeta argentino Francisco Luis Bernárdez aludiendo al umbral de la puerta, sean el incentivo que nos invite a pasar entre ellas. El proyecto escultórico Puertas de la Misericordia, del que cabe reseñar que por lo general no es usual hoy día la realización de obras de esta naturaleza, pero no obstante en este caso ha surgido de manera espontánea a través del encargo.

Es por ello que nuestro objetivo inicial se ha fundamentado con la intencionalidad de alcanzar un resultado satisfactorio. Del mismo modo y teniendo en cuenta que ese resultado es el fruto del esfuerzo de muchas personas que se han implicado con ahínco para hacer realidad un deseo, con el fin de ser compartido y que todos puedan disfrutarlo.
Como todo momento importante en la vida el azar juega un importante papel, en muchos casos el capricho del destino favorece a que las personas se conozcan y entre ellas se va abriendo paso la amistad que los une. Amistad que tengo la suerte de compartir con la persona que dio comienzo a labrar la senda en la que paso a paso se ha ido abriendo paso y  forjando este proyecto, me refiero al Padre Juan Ramón Molina. Su sensibilidad y amor hacia las artes y la cultura, han actuado como agente catalizador para que finalmente se vea materializado el anhelo de culminar unas puertas con relieves escultóricos realizadas en bronce y que darán acceso al Templo de la sede central del pequeño Cottolengo argentino Don Orione.










1.       Concepción de la obra y análisis de estilo

No resulta una tarea fácil plasmar de manera objetiva un planteamiento que vive en el terreno de la imaginación. La idea preconcebida que teníamos de las Puertas de la Misericordia y de la que tantas veces tuvimos la oportunidad de hablar, son el borrador donde poco a poco se fueron determinando las líneas compositivas que irían configurando el resultado final, una labor donde la idea abstracta se va concretando a través de las palabras en formas y volúmenes reales.
Consideramos un hecho importante al tener presente que el título del proyecto está estrechamente ligado al jubileo de la Misericordia, o como popularmente se ha llamado año de la Misericordia, anunciado por su Santidad el Papa Francisco y que dio comienzo el 8 de diciembre de 2015.

El significado de Misericordia ha sido el concepto donde se ha ido vertebrando la composición del relieve escultórico. Adaptado a un formato vertical y rematado en la parte superior por un arco de medio punto. Sobre esta superficie se articula la composición configurando la escena con tres figuras esenciales sobre las que trataremos más adelante.

El concepto que manifiesta la escena guarda cierto paralelismo con la imagen del Jesuita Marko Ivan Rupnik en el logotipo realizado con motivo del año de la Misericordia. Ambos comparten un mismo concepto, de los que podemos extraer una relación directa entre lo humano y lo divino, éste es un punto clave para entender el significado del relieve inscrito en las Puertas de la Misericordia.
Observamos dos escenas que se complementan de forma directa permitiéndonos hacer una lectura completa cuando se contempla en su totalidad. En el batiente derecho la imagen de Cristo resucitado es el protagonista de este espacio. Está representado a través de una figura esbelta e ingrávida lo que le aporta una gran espiritualidad. Cristo se ofrece con humildad apoyando su mano izquierda delicadamente sobre el pecho. Su mano derecha porta una cruz con un banderín como símbolo de la victoria sobre la muerte, iconografía que ya viene empleándose desde la Edad Media y aquí adopta una nueva versión que respeta su significado y lo hace partícipe de nuestro tiempo. Su dulce rostro de rasgos marcados, barba y rizada melena sigue el prototipo tradicional que se ha ido perpetuando en las representaciones artísticas a lo largo de la historia. Aparece en perfecta comunicación con el espectador y atendiendo a su disposición en la escena general, observamos como su mirada baja conecta directamente con la figura de Don Orione arrodillado a sus pies.
El cuerpo de Cristo resucitado se envuelve en un sudario  rico en pliegues que permiten hacer una lectura completa la anatomía que cubre, no obstante deja al descubierto el torso y brazos, donde podemos observar los signos de la pasión, los pies aparecen discretamente entre cruzados sobre un lecho de onduladas masas que nos evocan a un horizonte de nubes.

Formalmente y a modo de análisis artístico, la imagen responde a un modelado naturalista y dada su composición en el diseño extraemos ciertas reminiscencias renacentistas, ya sea por lo equilibrado o por el manierismo gestual que presenta la postura. La idealización en la interpretación anatómica hace más evidente su naturaleza divina, el aspecto representativo del concepto sagrado hace que sus formas se armonicen de tal punto, que la idea de lo natural sea simplemente un recurso artístico donde apoyarnos para su contemplación.

En la otra hoja de las puertas la escena representa a la Virgen María de rostro sereno y bello, un rostro que como bien tuvo en apuntar el Padre Juan Ramón Molina, guarda cierto parecido con los rostros que tanta devoción provocan en las advocaciones marianas de la ciudad de Sevilla. No obstante, la imagen de María tiene su propia personalidad destacando una gentil expresión de alegría en la comisura de sus labios.
En esta escena María aparece sentada con la intención de interceder por San Luis Orione ante la imagen de Cristo Resucitado. Con misericordia y amor favorece a Don Orione como hijo, apoyando con exquisita delicadeza su mano derecha sobre el hombro de éste. Al tiempo que de manera gestual su mano izquierda nos indica hacia la imagen del Salvador, estableciendo así en la composición una lectura que invita a un dialogo mudo entre las imágenes representadas. 

Entendemos que la imagen de la Virgen María en la composición juega un papel perentorio, dado que actúa como nexo de unión entre la representación de lo humano frente a lo sagrado, tal y como apuntábamos anteriormente en el análisis artístico del conjunto.

La posición que ocupa la imagen mariana en el espacio se ajusta de modo que en la parte superior se genere un área vacía. Un vacío que resta peso compositivo y aporta aire a la superficie escultórica, con el objetivo de serenar la escena y transmitir una sensación de sosiego al contemplarla.
Tras la descripción de las figuras de Cristo y de María, la aportación que alude al espacio humano queda relegada al titular del templo, San Luis Orione. Como no podía ser de otra forma y dada su devoción hacia María, aparece bajo su protección e intercesión.
Ocupando en la escena un lugar privilegiado entre las imágenes de María y Jesús, pues estando en la parte más baja de la puerta, la disposición de éste, hace que aparezca en la primera línea y más próximo al espectador.
Adopta una posición de entrega total y gran humildad, arrodillado en actitud de orar ante la imagen de Cristo resucitado, con las manos entrecruzadas a la altura del pecho y con los ojos cerrados. Se atisba una sutil sonrisa en sus labios provocada por el gozo infinito de estar ante la divina presencia de Jesús.
No resultó fácil concretar la posición y el lugar que ocuparía finalmente la imagen de San Luis Orione, es por ello que una frase suya ayudó a determinar definitivamente esta incógnita. “Las obras de Dios se llevan a cabo con las manos juntas y de rodillas; también corriendo, pero espiritualmente de rodillas ante Él”
Con la escena descrita se cierra la parte superior de la composición escultórica de las Puertas de la Misericordia, en la parte inferior y ocupando el último tercio a modo de conclusión del análisis del conjunto, se inscribirá en relieve con letra romana el lema de la Congregación.
Inicialmente y para este último espacio se barajaron varias ideas, principalmente hacían alusión a la gran familia unida en Cristo, no obstante, es el Padre Juan Ramón Molina quién propone concretar el paño inferior de la puerta con el lema de la Congregación de Don Orione. “INSTAURARE OMNIA IN CHRISTO”, así queda resuelto con una frase en relieve y enmarcado por un sencillo marco la composición final de las Puertas de la Misericordia.

2.       Gestión del proyecto
Se trata de un proyecto de naturaleza artística con el objetivo de acometer la elaboración del modelado y posterior proceso de moldeo con el fin de ser fundido en bronce, el trabajo inicial se acometerá en la ciudad de Sevilla dando como resultado los moldes que serán el referente para su posterior fundición en bronce, no obstante, este proceso ser realizó en el taller de fundición artística Jorge Bianchi en Buenos Aires. 

Como autor artístico del proyecto y mi labir como docente en la Universidad de Sevilla, tengo la obligación de vincular mis proyectos con la institución de la que formo parte. Para ello  la Universidad de Sevilla como centro público de Investigación y de carácter multisectorial y pluridisciplinario, en el que se desarrollan actividades de investigación de naturaleza científica y tecnológica. La Universidad de Sevilla tiene encomendada las competencias en materia de colaboración con entidades públicas o privadas y con el personal docente e investigador de la misma.

Para ello formalizamos la gestión a través de la Fundación de Investigación de la Universidad de Sevilla (FIUS) entre el Padre Juan Ramón Molina y la Universidad de Sevilla mediante un contrato-proyecto.
En dicho documento se establece el objetivo del mismo con el título de: “Puertas de la Misericordia” para el templo de la sede central del pequeño cottolengo argentino Don Orione, en la ciduad autónoma de Buenos Aires.

Entre los participantes del proyecto se hace constar que el Dr. D. Guillermo Martínez Salazar es el director y responsable del mismo. Al tiempo que cuenta con un equipo de trabajo compuesto por los profesores del Departamento de Escultura e Historia de las Artes Plásticas de la Facultad de Bellas Artes, Dr. D. Alberto Germán Franco Romero, y M. A. Juan Manuel Martínez Perea.




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